Eran los últimos días de Diciembre. Y para mí era
absolutamente extraño que los días fueran tan cálidos.
Acababa de dejar San Pablo, ahora me dirigía hacia otro
lugar.
Me sentía agotada, eran alrededor de la una de la tarde.
Pero no podía dejar de mirar a través del cristal, no quería
dormir.
Debía verlas porque eran hermosas, porque jamás había visto
un paisaje igual.
Posaban sobre lo campos verdes, y ellas eran enormes, como
gigantes algodones que acompañaban a un sol brillante.
Era todo naturaleza, el aroma del azúcar inundaba el aire, la frescura
de la tierra era mi oxígeno.
Disfrute de aquél viaje, y yo simplemente no podía dejar de
mirarlas.
Como si afuera, ellas jugaran, me hacían todo un espectáculo
con un telón de fondo color azul. Me mantenían como un lince. De repente posaban para que las mirara con
sutileza.
En las tierras brasileñas, yo me enamoré de las nubes bajas.
Yo podía tocarlas. Casi podía dar un pequeño saltito y entonces me quedaba un
pedacito.
Las nubes me contaban su historia. Tan blancas, tan
espumosas sobre la valla de líneas verdes infinitas.
Por segundos esto fue todo mi mundo, mis nubes fueron todo
lo que podía significar.
N. Días de Abecedario.
Súmate a este divertido juego!!!. Escribe durante 26 días seguidos utilizando cada una de las letras del abecedario.
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